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Arca de piel y Tapiz Arrayán.

El Diseño Arrayán, la belleza de lo sutil.

Cada año a mediados de junio florecían en los jardines hispanoárabes de Madinat Al-Zahara la blanca flor del Arrayán tal como hoy sigue ocurriendo once siglos después.

Hemos querido hacer coincidir el artículo de este mes con la historia y significado del hermoso arbusto que ha dado el nombre y diseño a dos de nuestras piezas, el Arcón y el Tapiz Arrayán.

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Es bien conocida la exquisita y cuidada selección que los musulmanes hacían en los árboles frutales, arbustos y flora que adornaban sus jardines, símbolos de la belleza estética y espiritual en su cultura. No sólo se cuidaba el aspecto ornamental sino que las propiedades medicinales, aromáticas y aceites esenciales eran también valorados.

El Arrayán, estaba probadamente presente en la ciudad califal. De él habló en dos textos Arib Ben Sa’d, científico y cronista de Abd Al Rahman III y su hijo Al Hakam II. Arib realizó una completa relación de plantas de Madinat Al-Zahara, muchas de ellas medicinales y otras de delicado aroma. Los Iris, jazmines, granados, liliums, laureles, incienso, acebuches, cítricos, vides o palmeras datileras adornaban los espacios en la segunda terraza de la ciudad y entre ellos el Arrayán.

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Su origen está en el Norte de África y la cuenca Mediterránea, sus hojas ovaladas y perennes siempre verdeaba a los ojos del califa y ofrecían un delicado aceite esencial utilizado tanto en cosmética como en medicina. La flor es blanca de cinco pétalos y su fruto, que madura en invierno, es redondo, oscuro y comestible.

Arrayán es su nombre árabe - Ar-Rayhan - y significa “ El Aromático”. Griegos y latinos lo conocían como Mirto y fue muy valorado como antiséptico y astringente. Símbolo de la pureza y el amor, las coronas de Arrayán honraban a los héroes y los esposos.

Este arbusto, arraigó bien en nuestro territorio gracias a la climatología favorable y no deja de sorprender la importancia de la flora entre los hispanomusulmanes, presente en la arquitectura con los atauriques o en sus jardines y huertos. Los Omeyas no solo importaron materiales y ornamentos desde diversos rincones del mundo sino también una flora muy determinada que respondía a necesidades estéticas y prácticas. Algunos, como los cítricos, se convertirán en símbolos de identidad en la Andalucía de hoy.

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Las dos piezas que os mostramos con el nombre de Arrayán, recogen no sólo la forma estilizada de este arbusto en el momento de madurez del fruto redondo, sino que representa otras especies que adornaron los jardines Omeyas: granados, hojas de acanto y la flor del iris.

Os invitamos a perder la vista en ellos y descubrir la flora de Al-Andalus.

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